Música: Robben Ford, un día en Nashville, y otro en Buenos Aires

style="float: right; margin-bottom: 10px; font-weight: 600;"Thu 31st Jul, 2014

Guitarrista elegantísimo, sin alardes, "cool, man" como dirían los americanos, este californiano de casi 63 años muy bien llevados, acaba de editar en este año 2014 su último trabajo discográfico "A Day in Nashville" continuación de su excelente "Bringing It Back Home" (con un sonido bien New Orleans), se presentó en el teatro Coliseo de Buenos Aires en su cuarta visita a nuestro país. Cabe destacar que "A Day in Nashville" fue grabado de corrido en tan solo un día en la ciudad homónima. Admirable.

Un dandy
Melena leonina, saco negro bordado, camisa blanca, jeans ajustados y botas, rostro curtido pero angelical; solito con su Fender Telecaster blanca con señales de años de ruta recorrida y un par de equipitos Fender como toda escenografía, sumado a sus músicos, que lo acompañan en esta gira: Brian Allen en bajo de 5 cuerdas y West Little en batería, no necesitaron de pantallas gigantes ni bailarinas en el escenario, tan solo un discreto juego de luces y un sonido perfecto para desplegar en casi una hora y veinte la música que saben hacer.

Para entendidos
Si bien la excusa era presentar su último disco, poco y nada se pudo escuchar de él, salvo el excelente "Midnight comes too soon" un blues bien al estilo particular de Robben Ford, con un enérgico comienzo llevando al tema hacia un final apenas audible.

Maestría
Para el inicio, un tema que ya es costumbre en sus shows "Chevrolet", nada más que hecho por un Ford, vaya ironia.
El baterista West Little de imponente humanidad, por momentos desarma los tempos en síncopas de acuerdo al tema; y el bajo de 5 cuerdas de Brian Allen (ex Jason Isbell) tuvo sus solos de lucimiento en más de una oportunidad para demostrar que por sí solos son dos muy buenos profesionales y juntos forman una perfecta base para los punteos solistas de guitarra de Ford.
La música de Robben Ford es muy sutil; no hay grandes alardes en lo instrumental ni en la lírica; maneja correctamente los climas y sus altibajos, sonido intimista, sin estridencias, la guitarra suena límpida, aunque cuando por breves pasajes cuando quisieron transformarse en algo mas heavy sin llegar a ser un power trío, supieron sonar con contundencia.
Luego siguieron temas como "Start it up" y "All over again", para deslumbrarnos por ejemplo con "Nothing to nobody" compuesto junto a Michael McDonald ("I'm a father to my children; I'm a husband to my wife. Seems I been something to somebody. Every day of my life. This is part of the master plan. It don´t do much to preserve a man. And I'd like to see what I feels like to be nothin' to nobody; nothin' to nobody") de su album "Supernatural" de 1999.
Ford tiene en su mochila años de haber participado como músico con verdaderos monstruos de la música contemporánea como Miles Davis, Bob Dylan, Joni Mitchell, George Harrison, John Mayall por citar tan solo unos pocos, y de haber fundado un supergrupo de Jazz-fusion como los "Yellowjackets", por lo que combina en su música, la pasión del Blues, con la energía del Rock y la maestría que otorga el Jazz. Coquetea con cada uno de esos estilos sin llegar a consustanciarse con alguno en particular, le da su "touch" personal y distinguido a sus músicas.
Hubo tiempo también para tocar el tema "Cannonball shuffle", inspirado en Freddie King y dedicarlo a Johnny Winter, recientemente desaparecido resumido en un shuffle instrumental, destacándose la digitación perfecta en su guitarra.
Quizás el show pareció durar poco, es posible; tal vez hayan sido algo más de una hora y veinte minutos, es verdad, pero la clase magistral de un estilo particular de cómo tocar el Blues, o fusionar el Jazz con pinceladas de Rock y cantar sin estridencias, manejando los tempos y climas, dejó a todos con la panza llena, como para despabilarnos de que no todo gira en torno de un Mundial de Futbol; gracias a ello está la música, y entre esa música que nos gusta, bienvenida sea la nueva visita de Robben Ford a la Argentina.
Luego de este concierto volvió a presentarse el 22 de Julio en el BeBop Jazz Club de San Telmo en un espacio mucho más íntimo para no más de 150 afortunados.


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